patito

miércoles, 18 de agosto de 2010

Chesterton. ironía de la sencillez



Al leer Chesterton me pasan varias cosas a la vez. Esto es algo fácil de comprender cuando una está acostumbrada a vivir simultáneamente la diversidad pero si no es el caso del lector...Chesterton aturde un poco. O al menos hay que releerlo para captar esa sencillez que se asoma a través de la ironía. En EL HOMBRE QUE FUE JUEVES el relato comienza el procedimiento anterior con la sinceridad aplastante que revela la trama. No nos esconde nada pero a la vez con eso nos introduce en la fatalidad inevitable del desenlace. ¿Se puede relatar desde la sinceridad?. Qué pregunta plantea el viejo inglés teniendo en cuenta que la ficción no es más que una gran mentira...Y si por un momento nos planteamos que la literatura no es mentira? Quizás sea una verdad revelada y en ese arranque sincero exista un espacio para la verdadera ficción, la que el lector escribe al leer. Un debate maravilloso y en sí mismo irresuelto. Pero el relato avanza sobre sí mismo, es casi una sóla escena, no más, y si no fuera una escena intelectual (el relato plantea un debate de tipo político dentro de un grupo de anarquistas) casi no habría acción. El juego magistral está escondido en que alguien sabe algo y juega a ser otro. REVELAR nos llena de velos, la ficción velada de Chesterton se traduce en la semi sonrisa que se dibuja al leer. Pasan las páginas y hay más y más de lo mismo y sucumbimos, pactamos y aceptamos que la fatalidad de que el secreto lo sepan los dos personajes principales y nosotros, lectores, es un sin sentido. Me río a risa suelta, como lectora me enamora que Chesterton me de una carta de su juego para al final no darme nada más que eso y yo sentirme incompleta, pero feliz por quedarme afuera, en el plano real.

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