patito

miércoles, 18 de agosto de 2010

William Faulkner: Mientras agonizo sobrevivo


Agonizar no es morir. No inventé nada, lo sé. Pero lo aclaro porque durante toda la gran novela del sureño más apuesto de la literatura norteamericana, agonizar es incluso peor que morir. El relato original en su polifonía se presenta fraccionado, diferentes personajes cuentan a través de sus monólogos interiores la historia de una familia, la propia historia de sí mismos en esa familia. Los white trash, la basura blanca, son peor vistos que los negros en esa cultura americana decadente, despojada de la gloria sureña. La guerra que dividió norte y sur de Estados Unidos y marcó su historia para siempre, está inmersa en toda la obra del autor y como una obsesión se repite en los diferentes personajes, que profundos y ricos en complejidad, están trágicamente señalados. Mientras Agonizo es mi novela preferida de Faulkner. No tiene pretensiones, no tiene alardes más que pobreza, oscuridad y fatalidad. Me gusta la materialidad de la locura que plasma el autor y las escenas lentas, que se pegan como el calor a la piel. Al leer esta novela, el lector, experimenta un gran pesar, un agobio insoportable y se entrega de todas formas a las páginas siguientes, aceptando su destino. Faulkner crea de verdad. Un condado inventado, vecinos, vidas, linajes, y una trama maravillosa que sólo puedo comparar a los trágicos griegos. La culpa heredada por la pérdida de esa guerra va pasando a través de las generaciones y nadie puede escapar ya a esa maldición. Mientras Addie agoniza sus hijos y marido viven una interioridad áspera, fría, y sus palabras, (el narrador es varios narradores, cada personaje es narrador), atomizan la trama, y llegamos a ver más que a leer. A comprender más que a pensar. Absorver Mientras Agonizo es superior que leerla. Y por suerte, la muerte, el proceso vital de cada personaje en esa muerte, no nos envuelve del todo, sino no estaría escribiendo esta nota...

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