patito

martes, 24 de agosto de 2010

ARTHUR MILLER: La invasión dolorosa de la realidad


El dramaturgo nos regaló todos los secretos y no sabemos todavía ordenar tanta verdad revelada en su ficción. Muerte de un viajante es sólo un ejemplo de la inspirada producción de Miller pero refleja esa verdad insoportable, dolorosa que nos presenta. No podemos taparnos los oídos, ni llevar las manos a los ojos para no leer...simplemente nos debemos a su arte y entregamos los sentidos para comprender esa sociedad americana llena de monstruos y batallas sangrientas. Los perfiles psicológicos de cada uno de sus personajes son al final un conjunto perfecto, como un manual de los tipos humanos que podemos hallar en la sociedad. Reacciones y diálogos magistrales, las armas de Miller para neutralizar al lector desconfiado o despistado. Lo pienso como un verdadero maestro. Lo vivo así al pasar las páginas. La palabra para Miller es una bala, y él un tirador experto. Nada está improvisado, su obra contempla todas las posibles estrategias del lector y evade con pluma galana cualquier boicot. No podemos no saber luego de leer a Miller, no podemos ignorar el dolor del alma humana inmerso en esa vida cotidiana que ahoga, asfixia y enferma. Sin embargo, no es un escritor de lo oscuro. Muchos de sus personajes son tiernos y ahí radica su gran talento como escritor. Lo malo es humano, lo bueno es humano. Lo humano no es juzgable, lo humano permanece y sobrevive a la sociedad, a sus modelos deformantes. Rescatando lo humano llegamos a la invasión dolorosa de la realidad. Miller nos lleva de la mano para luego soltarnos en medio del planteo del drama. Hemos elegido entender y de allí no se vuelve. Hoy sé que elegí a Miller hace tiempo. Cuando no era consciente de mi elección y no me arrepiento. Le diría con orgullo rioplatense: asesíname, Miller, asesíname.

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