patito

domingo, 26 de septiembre de 2010

Carlos Chernov: la dictadura del pene, el humor y la hipérbole


El amante imperfecto es la novela que llegó hasta mí de Chernov. De lectura ágil, veloz y simple, nos introduce en el problema en las primeras páginas y no nos abandona hasta la última frase. Repetitivo, pegadizo, como un buen jingle. No busquemos la profundidad del alma humana al leer esta obra, busquemos reírnos un rato, como en una charla amena, la anécdota se desarrolla en medio de historias secundarias colmadas de risa. Lo hiperbólico se traduce en neurosis, y el perfil del personaje principal queda plasmado en la más absoluta ridiculez. Lo extremo es amigo del narrador, busca los límites hasta llegar a la carcajada limpia del lector. Un hombre que desarrolla en su ano un útero a raíz de la muerte de su mujer son algunas de las fantásticas pinturas que crea Chernov. El devenir un muerto, o el revivir a un muerto reencarnándolo en uno mismo es simplemente magistral. No sólo por su poder psicológico, sino por su poder dentro de la ficción y la trama. Problemas sexuales delinean al personaje principal. Lo acosa su propio miembro que no descansa nunca. Quizás por eso el personaje no logra pensar claramente...toda su energía está puesta en otro lado. El cuerpo como mapa de la neurosis es materia de esta novela en primer lugar. No apta para pacatos, ni para reflexivos incurables, Chernov construye una obra en donde la frustración y la negación son los pilares fundamentales del paso de la adolescencia a la adultez. El ser amado, mejor dicho, la amada, es un objeto imposible, o es sólo posible en la mente donde fue creada, idealizada. En la realidad el personaje se enfrenta con su pene que le intenta marcar un camino de extremada potencia, irreal a la vez, alejándolo de lo deseado. El sueño de cualquier hombre: la potencia absoluta, es el problema al fin. No poder "matar" a su miembro, no poder llegar a la cumbre del climax, no poder cerrar un círculo o un proceso. No tiene fin. Lo más temido sucede, lo más angustiante se sospecha y hacia el final Chernov nos devuelve el espanto, el temor, el callejón sin salida. Porque cuando se pone el cuerpo de esa manera nada bueno puede suceder. La gran fantasía sexual, el miembro demasiado dispuesto durante una eternidad, puede ser la pesadilla más escalofriante. Sin la muerte no hay vida, y ese pene excesivamente vivo nos muestra que la muerte es un estado insoportable para vivirlo conscientes. Chernov se ríe al escribir, hace crecer la locura, la fantasía, subiendo poco a poco entre frases que jadean hasta agotarse en la útlima palabra, sin esperanza alguna, pero vivo. Debo decirle a Carlos algo sincero: ha sido un placer, nunca mejor dicho.

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