patito

sábado, 4 de septiembre de 2010

FIODOR DOSTOIEVSKI: Angustia y profundidad, un océano congelado


Pocas veces en la vida he sentido tanta tristeza como cuando leí que Dostoiesvki había quemado obras completas para no pasar frío en su prisión. Cuando pienso en eso me da escalofríos. Como escritora sé que murió al verse obligado a hacerlo. Algo de él partió para siempre y nos dejó sin ese trozo de arte que jamás repondremos. No sé cómo hacer esta nota a partir de este comentario. Duele escribir. Crimen y castigo será siempre una lectura obligada que completa a la humanidad. La literatura rusa escarba, con su pala afilada entra en la tierra y siembra. Lento, página tras página, dibuja. Es un relato que llega de a poco. Es un relato con un desarrollo invisible envuelto en mil palabras. Dostoievski sabe armar personajes. Principales, planos y profundos. Delineados, y pausados. Historias secundarias, historias troncales, un maestro de la trama en verdad. Vuelvo al pensamiento inicial, ¿cómo pueden existir gobiernos o personas, si se las puede calificar de este modo, que nos amputen el arte de un grande como el autor ruso?. Casi puedo verlo acercando las hojas a la llama para mantenerla encendida y no morir de frío. Igual, ya estaba muerto al hacerlo, y eso era para preservar su cuerpo, su bendito cuerpo que ya no podría ser igual aunque sobreviviera a los inviernos más crudos de Europa. El poder no está más que en la mente, el poder que hizo que el autor quemara parte de su obra no existe.Es fuerza y no poder. La imposición de las ideas, la intolerancia que sólo lleva a la destrucción. El arte es poder pero no es fuerza. Me siento débil al saber que jamás podré con mi arte combatir la fuerza pero me siento fuerte al saber que no necesito entender más que lo que se halla adentro mío para ser feliz. Y la única causa que merece la pena es esa, la felicidad. Mi crimen, no haber estado ahí para impedir de alguna manera que Fiodor no quemara su obra, y mi castigo no leerla jamás.

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