patito

lunes, 16 de enero de 2012

Nada es a propósito

Arrancó las cortinas mientras caminaba por la casa nerviosa, respirando agitada. Se tropezaba con la tela que hecha un bollo, iba pisando sin querer.
A través de la ventana, el vecino la miraba, desde su balcón, con su cigarrillo en la mano, dejándolo consumir, adivinando lo que ella sentía. Se detuvo para mirarlo también. Fueron segundos, y él entró después de tirar el cigarrillo a la calle. Con las cortinas en sus manos, observó cómo caía encendido, estrellándose en la vereda. No se apagó. Humeó incluso un poco más como algo pendiente.
No fue por el cigarro, ni por nada en particular. No fue por la molestia de la tela arrastrándose, incontenible, desbordando de sus manos. Se asomó al balcón, dejando medio cuerpo colgando en la baranda de metal y arrojó las cortinas que cayeron haciendo olas en el asfalto.

Patricia Bustelo
Diciembre 2011

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