patito

lunes, 25 de abril de 2011

Las palabras ajenas

.

Me molestaba casi todo a esa altura. Cómo comías, cómo abrías la puerta y sobre todo cómo me decías esas cosas.

Fui juntando coraje. Un día, dos y cuatro años. Fui anotando en una libretita pequeña y azul todas esas cosas que no me atrevía a decirte.

Después me olvidé de todo. Una pena. Menos mal que se lo había contado a Damiana. Ella sí que tenía memoria.




Entonces cuando nos vimos, aquella tarde en el parque inmenso, que tanto te gustaba, saqué el papelito de Damiana del bolsillo y leí sin detenerme ni un minuto. Y sí que tenía memoria Damiana, había anotado todo con sumo detalle. Vos, te quedaste mudo.

Frente a mi discurso no tenías alternativas. Soné seria, protocolar. Y así, por primera vez en la vida, después de leer algo tan real, como mi propia vida en voz alta, me despedí de vos.




Me fui caminando hasta la parada del colectivo vacía. Me había convertido en un personaje.



Patricia Bustelo

Abril 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario